Pasar al contenido principal
Casa Histórica. Museo Nacional de la Independencia

La rebeldía de Belgrano

La bandera es uno de nuestros símbolos patrios más importantes. Nos identifica ante las naciones del mundo. La izamos todos los días en la escuela, nos cubrimos con ella en momentos de alegría o de tristeza, nos llena de orgullo verla flamear en algún rincón alejado del país. Su creador fue Manuel Belgrano, considerado uno de los padres de la patria. Este 20 de junio de 2021 recordamos la historia de un acto de rebeldía, cuando Belgrano decidió hacerla flamear por primera vez.

A principios de 1812, la revolución iniciada dos años antes en Buenos Aires había abierto varios frentes de batalla. Al estratégico Alto Perú, sede de la riqueza minera en Potosí, se sumó el Paraguay en 1811. En simultáneo, la presencia realista en Montevideo no dejaba de ser una preocupación para los patriotas. En cuanto al plano político, las tensiones se habían apoderado de la dirección revolucionaria, que de tener varios representantes en la Primera Junta y en la Junta Grande, pasó a depender de la conducción de tres personas o Triunvirato. 

Luego de ser derrotado en territorio paraguayo, Manuel Belgrano fue enviado en enero de 1812 hacia Rosario. El Triunvirato quería reforzar allí su presencia militar, ya que la costa rosarina se había convertido en un punto estratégico para la circulación de navíos realistas. Belgrano tenía órdenes de emplazar baterías, con el fin de repeler el fuego enemigo. Estos emplazamientos fortificados estaban dotados de piezas de artillería listas para el ataque. Hacia el mes de febrero, las obras estaban casi concluidas. En una muestra clara de su pensamiento político, Belgrano decidió llamarlas “Libertad” e “Independencia”.

Jura de la bandera a orillas del Río Paraná

Con el fin de levantar el ánimo de sus tropas, solicitó autorización al Triunvirato para emplear “la escarapela nacional que debemos usar para que no se equivoque con la de nuestros enemigos”. Pero en realidad, él quería ir más lejos. Entonces decidió, el 27 de febrero de 1812, enarbolar el pabellón blanco y celeste en la batería Libertad, a eso de las seis y media de la tarde. Con esta ceremonia, Belgrano posibilitó uno de los acontecimientos más importantes de nuestra historia: el surgimiento del emblema que nos distingue ante las naciones del mundo.

Si bien el Triunvirato reaccionó desfavorablemente, reprimiendo a Belgrano por este gesto, el paso ya había sido dado. La bandera vino a integrar, junto a la escarapela y la marcha patriótica de 1813, el conjunto de símbolos patrios que expresaban el deseo de ruptura con la Corona española. Con la reunión del Congreso de Tucumán en 1816, ese deseo se cristalizó en una acción concreta con la firma de la Declaración de Independencia. Unos días después del 9 de julio, los diputados decidieron adoptar de manera legal el emblema creado por Manuel Belgrano.

Los colores de la dinastía Borbón, presentes en la inspiración belgraniana, ya flameaba en tiempos virreinales. Si bien este hecho fue observado a mediados de siglo XIX por pensadores como Juan Bautista Alberdi, de ninguna manera se reduce el volumen del enorme acto realizado por Belgrano. En momentos donde la revolución comenzó a transitar por el enfrentamiento político, Belgrano marcó con sus acciones los ideales que debían seguir los patriotas. Hacer flamear la bandera, conducir ejércitos en los campos de batalla más adversos siendo abogado, haber consumido su salud y la riqueza familiar, son hechos que testimoniaron la integridad de su vida.