Pasar al contenido principal
Casa Histórica. Museo Nacional de la Independencia

Salta la linda, la Salta de Güemes

En esta segunda entrega sobre la vida del caudillo salteño, nos adentraremos en algunas características de la Salta tardo colonial, que fue el escenario social, político y económico decisivo en el futuro de Güemes en la historia.

Los viajeros que visitaban Salta entre mediados del siglo XVIII y principios del XIX quedaban admirados con la hermosura de la ciudad. Uno de ellos, el marino norteamericano Thomas Page, la describió en sus memorias de viaje como una antigua ciudad española, con sus casas revocadas y de teja roja. Justamente, estas viviendas de dos pisos, con bellos patios embaldosados, balcones de hierro y escaleras adornadas con barandas de madera torneada, demostraban la prosperidad económica que disfrutaba la élite salteña gracias al comercio de mulas.

Salta en la época colonial

Desde la fundación de Salta en 1553, el comercio representaba para los vecinos la mayor fuente de recursos. Era importante la producción de lienzos, jabón, sebo, cuerdas y ponchos. Sin embargo, a lo largo del siglo XVII, cobró relevancia el ganado vacuno y mular, vendido en las llamadas “provincias de arriba”. Allí estaban las ricas minas de plata en Potosí, consideradas las más importantes de América del Sur. 

Durante el siglo XVIII, la producción de plata en Potosí comenzó a recuperarse, luego de un periodo de contracción. El comercio andino se dinamizó, gracias a las mercancías que se introducían por el puerto de Buenos Aires y encontraban un importante mercado en las zonas mineras altoperuanas. A partir de la creación del Virreinato del Rio de la Plata, Salta se convirtió en uno de los centros mercantiles más importantes del espacio surandino. Agentes comerciales, vinculados con Cádiz y Buenos Aires, decidieron radicarse en la ciudad para acrecentar sus relaciones con la minería.

El comercio de mulas se convirtió en el rubro más importante para Salta. Esta actividad económica incluía a la pampa bonaerense, el litoral y Córdoba como lugares de cría; a los valles salteños de Lerma y Calchaquí como invernada; y a las tabladas próximas a Salta como escenario de la feria de mulas más importante de América del Sur. Estas ferias movilizaron los recursos de la ciudad. Según Sara Matas, los comerciantes llegados desde diversos puntos alquilaban cuartos, contrataban peones y promovían la compra de mercancías en las tiendas salteñas. Botones, puntillas, cuchillos, papel, aceite, vinos y aguardientes, chocolate, cobre, almendras, hojas de coca, entre otros, eran los productos más comercializados.

Salta la linda

Esta intensidad de los intercambios económicos se manifestó en el progreso urbano de Salta. En las cercanías de la plaza central de la ciudad, se inició la construcción de las viviendas de “altos”. Estas grandes residencias eran habitadas por sus propietarios, y también había lugar para los esclavos e indios de servicio. Había cocheras para los carruajes, utilizados por las familias para trasladarse a sus quintas durante los fines de semana. Por otra parte, la prosperidad permitió a los vecinos reconstruir el cabildo, reemplazando el viejo y ruinoso edificio por uno de dos plantas, que se conserva en la actualidad.