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Casa Histórica. Museo Nacional de la Independencia

San Martín, el padre de la libertad

Este martes 17 de agosto se conmemora el 171° aniversario del fallecimiento del General José de San Martín. Patriota fundamental de la independencia sudamericana, su plan de liberación continental posibilitó la emancipación de los actuales territorios de Argentina, Chile y Perú. Su estrategia implicó el cruce de la cordillera de los Andes, proeza militar admirada hasta el día de hoy. Murió en Francia, lejos de la patria que lo vio nacer, rodeado de sus principales afectos.

Seamos libres, que lo demás no importa nada. Quizás sea esta una de las frases más populares de José de San Martín. Y al mismo tiempo, resume con inusitada potencia la convicción de los patriotas que lucharon por la libertad sudamericana. Son ocho palabras que nos trasladan imaginariamente a los difíciles senderos de la cordillera, donde San Martín emprendió una proeza admirada y estudiada hasta el día de hoy en las academias militares más célebres del mundo.

Las narrativas históricas que se fueron elaborando a mediados de siglo XIX, tomando como punto de referencia la incipiente aparición del Estado Nación, coincidieron en señalar a San Martín como el Padre de la Patria, libertador de los territorios de Argentina, Chile y Perú. Sin embargo, en el periodo independentista los insurgentes americanos dirimieron su ruptura con la Corona española sin reparar en los términos, tanto geográficos como culturales, que en la actualidad separan a los mencionados países. Más allá de las disputas generadas en torno a intereses locales, un sector de los patriotas, del cual formaba parte San Martín, estaba implicado en la difusión americana de la revolución. Idea que se sustentaba también en los proyectos políticos de independencia y constitución.

A diferencia de otros actores que participaron del movimiento emancipatorio en el Río de la Plata, San Martín no estuvo presente en los sucesos de 1810. Al arribar dos años más tarde al puerto de Buenos Aires en una fragata inglesa, su presencia generó inquietud en el bando revolucionario. ¿Quién era este personaje desconocido que había combatido a favor de España? ¿Acaso se trataba de un espía? ¿Jugaba sus cartas en acuerdo con los británicos? ¿Cuáles eran realmente sus intereses en América? A fuerza de introducirse en los círculos de sociabilidad, San Martín fue tejiendo la estrategia que le permitió ganarse la confianza de los insurgentes. Y de  tanto frecuentar las tertulias de los Escalada, aprovechó para contraer matrimonio con la joven María de los Remedios Escalada Quintana. Casamiento que le permitió completar su integración social en el corazón de la élite porteña.


Gral. José de San Martín

La desconfianza hacia San Martín no era un sentimiento infundado. Prácticamente,  toda su vida había transcurrido en España. Si bien nació en la localidad correntina de Yapeyú el 25 de febrero de 1778, hacia 1784 su padre decidió regresar a la Península. Juan de San Martín llevaba consigo la frustración de no haber ascendido lo suficiente en los cuadros de la burocracia militar colonial. Pretendía para sus hijos un destino mejor, y de allí su interés en  que puedan realizar una carrera diferente a la suya, aprovechando las reformas que abrían nuevas vías hacia la oficialidad sin tener en cuenta el linaje. A la edad de 11 años, José de San Martín fue admitido como cadete en el regimiento de infantería de Murcia, cuyo cuartel estaba en Málaga. Prontamente, la experiencia de la guerra llegaría a su vida. Tuvo su bautismo de  fuego en el norte de África, en la batalla de Orán. Luego, la lucha contra la Francia revolucionaria lo llevaría hasta los pirineos, debido a la amenaza de Robespierre y su leva en masa. Con la invasión napoleónica de 1808, San Martín demostró su valor en la batalla de Bailén. Por este acto de guerra, se hizo acreedor de una condecoración.

Al arribar a Buenos Aires en 1812, San Martín llegaba con casi treinta años de experiencia militar directa. En España había adquirido un conjunto de saberes: aprendió sobre estrategia en zonas de montaña, se interesó por el papel relevante de la caballería y reflexionó sobre la utilidad de  los ejércitos populares para defender una causa política. Al formar el cuerpo de Granaderos a Caballo y tener su primera acción de fuego en el combate de San Lorenzo en 1813, San Martín reveló que estaba dispuesto a brindar sus servicios y conocimientos a la causa patriota. Causa que pudo reclutarlo debido a la insatisfacción que sentía al no poder ascender en la jerarquía militar española por su condición de criollo. Además, sus contactos con la masonería durante una estadía en Londres terminaron de convencerlo de luchar por la libertad americana.

Un aspecto fundamental en José de San Martín fue su mirada global y estratégica con respecto a la guerra de independencia. Pronto se dio cuenta de la imposibilidad de avanzar por el frente altoperuano. De ahí su corta estadía en el Ejército del Norte en 1814 y su rápido traslado a Mendoza, donde impulsó a la sociedad a transformar los recursos productivos en una economía de guerra. Luego de tres años de planeación y grandes sacrificios, el esfuerzo se vio coronado con la proeza del cruce por la cordillera de los Andes. Liderando miles de hombres con sus respectivos pertrechos, San Martín contribuyó a la emancipación de Chile luego de las decisivas victorias en Chacabuco y Maipú. A pesar de la falta de apoyo por parte de la dirigencia de Buenos Aires, el libertador continuó  con su plan continental. En 1820 zarpó desde el puerto de Valparaíso, y  tras dos meses de una complicada navegación, desembarcó en la árida costa peruana. El avance hacia Lima, plagado de obstáculos, se vio favorecido por el resquebrajamiento del  poder colonial. José de la Serna, que había reemplazado a Joaquín de la Pezuela en el cargo de virrey, huyó de la capital virreinal hacia Cusco, no sin antes destruir la Casa de la Moneda y saquear los tesoros de las iglesias. Finalmente, San Martín dispuso la proclamación y jura de la independencia de Perú el 28 de julio de 1821.

Luego de la célebre entrevista realizada en Guayaquil en 1822, quedaría en Simón Bolívar la misión de completar la libertad sudamericana. San Martín prefirió una vida en el exilio europeo. El soldado que había cruzado las pampas, escalado los Andes, peleado en las montañas, navegado el pacífico y gobernado desde un palacio en Lima, llegó al final de su viaje en una casa de Boulogne-sur-mer, Francia, el 17 de agosto de 1850. Estaba acompañado por su hija Merceditas. Sin embargo, su legado perdura hasta el  día de hoy en aquellas palabras que resonaron con fuerza en los campos de batalla…seamos libres, que lo demás no importa nada.