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Casa Histórica. Museo Nacional de la Independencia

Los avatares de la casa desde 1817 a 1904

El Congreso que declaró nuestra independencia solo funcionó solo 9 meses a pleno en Tucumán, en enero de 1817 se trasladó a Buenos Aires

Luego de encendidos debates y de posiciones encontradas entre distintos sectores, el 23 de septiembre de 1816, se tomó la decisión de trasladar el Congreso a Buenos Aires bajo el fundamento de que "el cuerpo representativo resida al lado del poder ejecutivo y la necesidad mas que nunca de sostener al Director". Los primeros días de enero de 1817 la casa fue el escenario de las últimas sesiones.

La casa durante un tiempo más, continuó siendo alquilada para que funcionara allí la imprenta del ejército. Poco después la familia la ocupó nuevamente, alquilando solamente los locales del frente.

En 1838 fallece Nicolás Laguna (hijo del comerciante MIguel Laguna) y la casa, por relaciones de parentezco, queda en manos de la familia Zavalia. Los nuevos propietarios serán; Carmen Zavalia (nieta de Francisca Bazán de Laguna) y Pedro Patricio Zavalia, su tio esposo.

En la década de 1840, se realizaron importantes trabajos para reparar su estado ruinoso y se llevaron a cabo algunas reformas, como la demolición de todas las construcciones del segundo patio, donde fue edificada una nueva cocina. Luego de eso, la casa entró en un período de decadencia.

El clima húmedo y mayormente cálido de Tucumán, contribuyó en gran medida al deterioro permanente y sin pausa de la casa, pasados sus años de gloria. También, los avatares de la economía de la familia dueña en esos años de la propiedad, explican que unos cuarenta años después la vivienda se encontrara prácticamente en ruinas.

En el año 1869 Ángel Paganelli tomó unas fotografías del primer patio de la casa y del ruinoso frente de la casa, en la que aparecen, sentados en la vereda, el conductor de la carreta en la que desplazaba el fotógafo con sus equipos fotográficos y el hijo de aquel. Por ese entonces ocupaban la casa dos de las hijas de Carmen y Pedro Patricio. Estas habían solicitado al Estado ayuda para mantener el edificio, pues carecían de medios suficientes para ello.

Esta fotografía del frente del edificio, es la imagen más antigua que conocemos de #LaCasaDeTodosLosArgentinos y es la pieza fundamental de la reconstrucción del frente del monumento nacional fundacional de nuestra nación, tal cual lo conocemos hoy.

En 1869, siendo Presidente Domingo Faustino Sarmiento, fue sancionada la ley que autorizaba al Poder Ejecutivo Nacional a adquirir la casa y a hacerse cargo de su conservación. En 1874 y luego de largos trámites el Estado Nacional escrituró la propiuedad, ya bajo la presidencia del tucumano Nicolás Avellaneda. A partir de ese momento la Oficina de Ingenieros Nacionales -hoy Dirección Nacional de Arquitectura, DNA- se hizo cargo de diversos proyectos y obras de mantenimiento en el edificio. En aquella época sólo se consideraba valioso al Salón de la Jura.



Desde entonces se instituyó la costumbre de celebrar todos los años los aniversarios de la Declaración de la Independencia en el Salón de la Jura, que era engalanado para la ocasión. A partir de 1893, estudiantes de las Universidades de Córdoba y Buenos Aires realizaron actos en la casa y colocaron las primeras placas conmemorativas. Los peregrinantes exigían la reposición del frente original.

En 1896, las oficinas del Correo y Telégrafos se trasladaron debido al estado ruinoso del inmueble y durante cuatro años el edificio quedó abandonado hasta su reinauguración en 1904, pero eso es letra de una próxima historia.