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Casa Histórica. Museo Nacional de la Independencia

Ni heroínas, ni sumisas. Mujeres que hicieron patria

Es habitual pensar que el lugar de las mujeres en el proceso independentista fue por mucho tiempo olvidado o minimizado por las narrativas históricas. La invisibilización no fue el real problema, sino cómo la historiografía del siglo XIX se encargó de construir un estereotipo de las mujeres en la historia. Es decir, se las pensó y asoció solamente en los roles de madres, de esposas y de amas de casa. Allí la conjugación maternidad y familia constituyeron el lado mítico de definición de lo femenino en la historia.

Consecuentemente, esta mitificación a lo largo del tiempo se fue normativizando y se fijaron comportamientos socialmente aceptables  y características propias de la personalidad femenina”: la sumisión, la dulzura, la educación moral, los sentimientos maternales y la sexualidad pasiva. Este delineamiento y control, fue situándolas en los márgenes del espacio público y al mismo tiempo invisibilizando su participación en la historia.

Sin embargo, no podemos interpretar de manera lineal la historia de las mujeres sin pensar que a estos mecanismos de control se opusieron enormes y valientes actos de rebeldía y autonomía. Durante el período de la Independencia, la guerra abrió nuevos espacios en los que las mujeres no sólo actuaron como guerreras, también como espías, mediadoras, enfermeras y encargadas de logística. Su intervención fue muchas veces clave para el triunfo de las tropas patriotas frente al avance enemigo.

Tales fueron los casos de Manuela Pedraza, una de las mujeres que se destacaron en la defensa de la ciudad de Buenos Aires durante la Primera Invasión Inglesa, en 1806. Ella sobresalió por su fortaleza y lucha para enfrentar a los invasores, formando parte, junto a su esposo, de las milicias locales.

Juana Azurduy - maría Remedios del Valle - Manuela Pedraza


Otra referente del contexto revolucionario rioplatense fue María Remedios del Valle, quien comenzó a luchar en las guerras de la Independencia desde que se formó el primer gobierno patrio el 25 de mayo de 1810. Su primera participación fue en la Expedición del Alto Perú junto a su marido y a sus dos hijos. Ella, como muchas otras mujeres, acompañó a la tropa alimentando a los soldados, curando heridos y también peleando con ellos. Así lo hizo en la batalla de Huaqui, donde desafortunadamente perdió a su marido y a sus dos hijos. Lejos de rendirse, sumó más coraje para pelear en las contiendas de Tucumán y Salta. Debido a su bravura y valentía, Manuel Belgrano la nombró Capitana. Muchas veces estuvo a punto de ser fusilada, sin embargo, pudo sortear los embates tenazmente.

Para el Alto Perú, el nombre de Juana Azurduy fue indispensable. Conocida también como la Amazona de la libertad, fue una mujer indígena guerrera que participó activamente en las revoluciones de Chuquisaca y La Paz, y después se sumó al Ejército del Norte siguiendo las órdenes de Manuel Belgrano. Logró  reclutar a 10.000 indios, comandó tropas, colaboró estrechamente con Martín de Güemes y libró más de treinta batallas. Su temeridad y coraje hizo que las filas realistas le tuvieran respeto.

Vale aclarar que no sólo la tenacidad y la valentía en ellas marcaron la diferencia. También fue frecuente que mujeres afrodescendientes, mulatas, mestizas e indígenas que constituían la mano de obra esclava pusieran el cuerpo a la causa revolucionaria.


Agueda Tejerina de Posse y Mariquita Sánchez de Thompson


En esta historia de voces silenciadas, la actuación de mujeres de posición acomodada que colaboraron comprometidamente en momentos decisivos tampoco fue muy divulgada. Ejemplo de ello fue Águeda Tejerina de Posse, una mujer de la elite tucumana, quien, en el contexto de las invasiones inglesas, realizó una proclama destinada a las mujeres de su entorno social para colaborar con el ejército patriota. También fue importante el rol de Mariquita Sánchez de Thompson y Flora de Azcuénaga, mujeres que ofrecieron sus viviendas para reuniones donde se discutían los rumbos del proceso revolucionario.  Por otra parte, las logias masónicas fueron espacios que pudieron contar con la presencia de mujeres como María Remedios de Escalada, quien siendo muy joven se casó con el Gral. San Martín, al cual acompañó y colaboró activamente en las tareas de organización del Ejército de los Andes para liberar a Chile y Perú. Fue ella quien promovió la entrega de las joyas personales, gesto en el que la acompañaron las damas mendocinas el 10 de octubre de 1815, para contribuir al equipamiento de las fuerzas. También confeccionó junto a otras mujeres  una bandera para el Ejército de los Andes, solicitada por San Martín.

Este 9 de julio, celebramos una vez más el cumpleaños de la independencia de nuestra patria. Una vez más repasamos aquel día donde veintinueve congresales firmaron el acta de libertad. El repaso no sería honesto sin la inclusión de las mujeres durante ese proceso histórico. Por esa razón, es necesario recuperar sus voces, acciones y derroteros para construir una idea de la independencia más igual y justa.

Valentina Mitrovich
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ÁREA DE INVESTIGACIÓN
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Casa Histórica - Museo Nacional de la Independencia